Cuando me aproximo al ocaso,
del que nadie escapa, recorro
mi vida que va veloz, como el zorro
tras su presa, solo falta un paso.
para ir al averno o al paraíso,
no existe escape ni socorro,
a paso lento pero seguro
voy como condenado al cadalso;
ya no quedan esperanzas,
la suerte está echada,
voy rumbo al jardín del silencio,
se baten espadas y lanzas
sobre el sepulcro, es la nada,
terminan memorias y el suplicio.
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