De tu vida quiero que borres
mi canto, cartas y versos,
guarda solamente las flores
con sus pétalos marchitos.
Pena negra ser desdichado,
¡qué remedio! cosas de la vida;
provoca daño la partida,
es el precio de una falta confesada.
Un engaño inmerecido.
Dejo el tálamo dorado
y caricias de manos cristalinas,
noche oscura, atrás queda el nido
cálido, un adiós triste y dolido,
solo lágrimas, súplicas y espinas.
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