Nadie es malo sino el torpe, en cambio al sabio ningún mal le puede afectar. Hay que vivir conforme a la naturaleza, rechazando todo lo que sea contrario a ella. Solo es bueno lo que es recto, el camino de la honestidad, el respeto a todas las cosas, a lo perfecto en todas sus partes. Eso es vivir con virtud.
El Bien es lo perfecto por su naturaleza. Así como las ideas se forman en el entendimiento, por medio de la experiencia, o de la comparación; de la semejanza, o del ejercicio de la razón; así se forma también la idea del bien, por comparación entre las cosas que son conforme a la naturaleza. Estimemos el bien por su esencia y no por su magnitud.
Todo lo que es honesto es bueno, apetecible por sí mismo. El Mal: la avaricia voraz, el desenfreno de la codicia, que no obtiene alguna cosa sin crimen, aunque haya de quedar impune. -Lo vivimos en la delincuencia, en la economía, en el mercantilismo, en la política, incluso en las religiones- Todo lo que esté alejado del bien es ofensivo, torpe y un agravio.
La honestidad es el único bien, si se estima el fin y los medios que se emplean para él. El bien producto de la honestidad atesora todo lo que es bueno, lo que es digno de estimación: el conocimiento, la sabiduría, buscar la perfección, no por mera vanidad, sino porque es lícito buscar el bien para una vida feliz.
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