Todos queremos vivir una vida feliz, pero si andamos ciegos buscando el camino para ver que es lo que hace un vida venturosa, mientras más lo buscamos más nos separamos de ella.
Primero tenemos que fijar la meta de lo que apetecemos, mirar dónde podemos alcanzar más pronto el camino, ver si este es recto, cuánto podemos adelantar en el día a día, y cuánto más cerca estamos de aquello que deseamos.
Si andamos a los tumbos, vagando de un lugar a otro, sin rumbo fijo, estaremos perdiendo el timón y no recalaremos en ningún puerto seguro. La vida es corta, debemos trabajar en mejorar nuestra mente para enmendar el camino.
Lo importante es no ir tras los que van por delante, como manada de borregos, caminando donde no se debe. Porque no es lo mejor donde todos van, no hagamos las cosas por imitación, pues así no vivimos conforme a la razón.
Busquemos lo mejor que ha de hacerse, no lo que la mayoría acostumbra por tradición. No desechemos la experiencia de otros, que algo nos puede enseñar. Hagamos las cosas bien, lo bueno, porque así lo sentimos, y no por ostentación. La felicidad debemos sentirla en nuestro interior, y no volveremos andar en tinieblas.
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