La religión de los persa se basaba en la doctrina del sabio Zoroastro: Ormazd, el dios de la luz, del bien y de la verdad, sostiene una lucha permanente contra Ahriman, dios de la oscuridad, del mal y de la mentira.
El hombre debe decidir a quién debe seguir. Puede estar seguro que a la postre va a triunfar el dios del bien. Pero el hombre sólo ingresará al reino de la luz si ha mantenido puros su cuerpo y alma. Los persas toleraron las religiones de los pueblos sometidos y no impusieron a éstos su lengua o sus costumbres. La religión de Ormazd les imponía el deber de respetar la vida y la dignidad de todo hombre, aún del adversario.
Los pueblos asiáticos, acostumbrados a obedecer ciegamente a sus soberanos, se sometieron al benéfico gobierno del "rey de los reyes" y no intentaron sacudir la dominación extranjera. Los griegos serían los primeros que estarían dispuestos a darlo todo, aún la vida, para salvar la libertad.
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