En el curso del tercer milenio, pueblos indoeuropeos abandonaron su patria primitiva y se encaminaron hacia el Asia meridional. Los hindúes descendieron por el valle del Indo. Los arios se establecieron en la meseta que recibió el nombre de Ariana o Irán. Eran dos tribus principales: los medos y los persas.
Los medos establecieron un reino poderoso, lograron extender su dominio sobre los persas y ayudaron a destruir el imperio asirio. La supremacía de los medos duró casi cien años. Los persas se levantaron bajo la dirección del joven Ciro y éste destronó al último rey medo. Luego emprendió grandes campañas contra los pueblos asiáticos.
Venció al rey Creso rey de Lidia en Asia Menor, famoso por sus riquezas (547). Entre 546 y 540 conquistó enormes extensiones hasta el río Indo. El 539 se apoderó de Babilonia. Posteriormente dominó Siria, Palestina y Fenicia. En el transcurso de 21 años Ciro reunió bajo su cetro todo el Asia occidental, creando un gran imperio, el más grande que hasta entonces había existido en la historia.
La tumba de este gran conquistador tiene una sencilla inscripción: "Oh tú, quien quiera que seas y de donde provengas, yo soy Ciro, el Arqueménida, el fundador del imperio persa que ha dominado el Asia. No me envidies la porción de tierra que guarda mis huesos"
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