Desde el confín del horizonte el mar asoma tranquilo y azul, sus olas transparentes lentamente acarician la orilla, y refrescan con su aliento la playa.
El sol desciende sobre el mar, que se va tiñendo de púrpura y oro. Al encuentro del sol surgen nubes grises y rosadas de suaves contornos.
El inmenso horizonte del mar está desierto; el cielo, diáfano, sin nubes, es ideal para contemplar lo infinito de la Naturaleza.
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