viernes, 13 de abril de 2018

RUBÉN DARÍO (II)



La fama de Azul le permite obtener el puesto de corresponsal del diario La Nación de Buenos Aires, diario de mayor difusión Hispano parlante de América. Emprendió viaje de regreso a Nicaragua, tras breve escala en Lima, donde conoce al escritor Ricardo Palma, llegó al puerto de Corinto el 7 de marzo de 1889. Luego de un tiempo se traslada a San Salvador, donde lo nombran director del diario La Unión, defensor de la unión centramericana.

Contrae matrimonio con Rafaela Contreras Cañas, el 21 de junio de 1890. Al día siguiente de la boda se produjo un golpe de estado contra el presidente, general Francisco Menéndez, cuyo principal artífice fue el general Ezeta. Aun que le ofreció importantes cargos a Darío, este prefirió irse del país. 

Se traslada a Guatemala, su esposa se queda en El Salvador. Darío publica en el diario El Imparcial, un artículo titulado "Historia negra", denunciando la traición de Ezeta. En diciembre de 1890 le entregan la dirección de un nuevo diario, El correo de la Tarde. Ese mismo año publicó en Guatemala la segunda edición de Azul. En enero de 1891 llega su esposa y se reúne con él. El diario deja de circular, porque el gobierno no lo subvenciona más. Darío se marcha a Costa Rica y se instala en San José. Allí nace su primer hijo, Rubén Darío Contreras, el 12 de noviembre de 1891.

Después marcha a Guatemala, dejando su familia en Costa Rica, luego viaja a Nicaragua en busca de mejor suerte. El gobierno lo nombra miembro de la delegación que envía a Madrid, con motivo del Cuarto Centenario del descubrimiento de América. Llega a Santander y continúa en tren a Madrid. Allí frecuenta a los poetas José Zorrilla, Gaspar Núnez de Arce y Salvador Rueda. En noviembre regresa a Nicaragua, donde recibe un telegrama desde San Salvador, que le notifica la enfermedad de su esposa, que fallece el 23 de enero de 1897.

En 1893, permanece en Managua, reinicia relación con Rosario Murillo, cuya familia lo obliga a contraer matrimonio. En abril viaja a Panamá, donde se entera que su amigo el presidente colombiano, Miguel Antonio Caro, le concedía el cargo de cónsul honorario en Buenos Aires. Deja a Rosario en Panamá, emprende viaje a Argentina, en un periplo que lo lleva a Norteamérica y Europa. Pasa brevemente por Nueva York, donde conoce a José Martí, con quien compartía muchas afinidades. Luego, el viaje que soñaba, parte a París. Conoce a Jean Moréas y tuvo un decepcionante encuentro con Paul Verlaine (poeta francés que más influyó en su obra).

Continuará ...

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