Tras ciento cincuenta días,
dejaba Rumanía en tren
que venía de Moscú, las vías
lo llevan a París, me dicen.
Mi derrotero es Suiza.
Primero Belgrado, camino
a Italia, escala en Milano
antes de embarcar a Ginebra.
Veo la aurora en Trieste,
para continuar viaje
admirando un bello paisaje,
atrás quedaba la noche triste.
Renacer de las cenizas
en Milán, tarde libre,
breve paseo y unas pizzas.
Ginebra sin dinero ni visas.
Al Palacio de las Naciones,
con el Alto Comisionado,
tras un mes de conversaciones
ver respuesta a lo platicado.
España nos recibía,
Catalunya la terra bona
nuestra nueva casa sería,
fui bienvenido en Barcelona.
(Exilio)
No hay comentarios:
Publicar un comentario