jueves, 17 de mayo de 2018

MI VERDAD (I)


Cuando se escribe un artículo, una opinión o un poema se apunta a un ideal historicista y personal. En lo que escribo no puedo desatender lo personal ni el ámbito que me rodea, ni puedo prescindir de la historia, de la experiencia íntima.

Escribo con cierta ingenuidad, pero con franqueza, con el brío y el entusiasmo de la senectud que, sabedora que el fin último está cerca, desea dejar parte de sí, de la inspiración y lucidez a los demás. Como no soy escritor ni tengo estudios de los conceptos métricos, la forma lírica que utilizo es libre.

Trato de escribir en forma amable sueños e inspiraciones, de lo humano y divino, y con algún conocimiento del tema que abordo. Ojalá tuviera la capacidad de escribir con hermosas palabras, como lo hacen los grandes maestros.

Mis pensamientos e intenciones tienen vida, es un canto con aires antiguos y nuevos, una propuesta de ideas producto de la meditación. Expreso lo que nace en el espíritu, es mi existir y mi aprecio absoluto por la belleza y la verdad. Por cierto, no soy dueño de la verdad, pero déjenme con la mía, que así me place.


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