viernes, 1 de junio de 2018

FALSAS APARIENCIAS



En mis tiempos de cesantia, "por el qué dirán",  aparentaba estar trabajando. Salía temprano de casa, buscaba trabajo y cumplido ese trámite me encerraba en una Biblioteca a leer diarios, ver ofertas laborales para preparar un CV. Leía libros, me transformé en un "lector desocupado", y al atardecer regresaba al hogar. Sonrío cuando recuerdo esto.

Por cierto, un episodio nostálgico. En la vejez no hay temor al ridículo, a lo que opine la gente, se asume sin pudores lo que uno es, a la clase que pertenece. No hay razón para ser otro ni aparentar lo que no es, ¡hay que vivir conforme lo que somos! El arribismo no conduce a nada fructifero, pues se vive esclavizado a una mentira.

No somos mejores porque tenemos "status": llámese económico, laboral o social. Somos mejores si obramos bien, si actuamos con humildad y sencillez, si respetamos al prójimo, si enseñamos y ayudamos al que no sabe y tiene carencias. Si nos educamos cultural e intelectualmente, comprenderemos que no todo lo que brilla es oro, y que no se vive de apariencias.

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