Uno ha sido el arquitecto de su propio destino, cuando se está en el ocaso y se vislumbra el final del camino, parodiando a Amado Nervo digo: ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, te debo tanto!
Je suis malade, au point de départ. Llega la hora del adiós, no todas las tareas fueron cumplidas. Muchas resultaron fallidas, otras bien, y otras que no me dejaron conforme, por aquello de lo que: Pudo haber sido y no fue.
Gracias Lima, Perú; La Habana, Cuba; Montreal, Praga, Bucarest, Belgrado, Trieste, Venecia, Nápoles, Ginebra; Mi España: Barcelona, Gerona, Lérida, Tarragona, Madrid, Toledo, ciudades que me acogieron con amistad y solidaridad, en el periplo de mi exilio.
Gracias Lima, Perú; La Habana, Cuba; Montreal, Praga, Bucarest, Belgrado, Trieste, Venecia, Nápoles, Ginebra; Mi España: Barcelona, Gerona, Lérida, Tarragona, Madrid, Toledo, ciudades que me acogieron con amistad y solidaridad, en el periplo de mi exilio.
Lamentablemente, en el otoño de la vida lo único que nos queda son recuerdos de todo lo vivido. Si tenemos en suerte estar claros y ágiles de mente, podemos disfrutar de la naturaleza, de la lectura, de nuestras inquietudes culturales y de los nietos que son nuestra continuación de vida.
Compartiendo los últimos años con la compañera con la que hicimos camino, formamos familia y anduvimos esos senderos, dentro y fuera del país, en busca de nuevos horizontes. Pensando en forjar una existencia buena, justa y solidaria. Los hijos crecieron, llegaron los nietos, y nos llegó la ancianidad casi sin darnos cuenta.
Es la última etapa, la de los achaques y enfermedades, de idas y venidas al médico, toma de medicamentos, sin pensar en lo inminente, porque ya sabemos el fin. Agradecido de la vida y de todas las personas que me ayudaron en mi camino.
"Agradezco a mis padres, haberme dado la oportunidad de nacer y conocer la vida"
"Agradezco a mis padres, haberme dado la oportunidad de nacer y conocer la vida"
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