Hijo, cada día estás en mis pensamientos, imposible sacarte de mi mente, preocupado de saber si comes, dónde duermes, qué haces con tu vida. ¡Cómo me gustaría que compartieras la cena de Navidad y de Año Nuevo conmigo, con la mamá, para darte un abrazo y decirte cuanto te amamos!
Te ayudo con lo que puedo, mi pensión es baja, mi sueldo se ocupa en gastos del hogar, servicios, medicinas, visitas a médicos y exámenes clínicos. Estoy muy complicado de salud, no sabemos todavía que pasará conmigo. Hay varios órganos que están deteriorados.
Me preocupa tu futuro, qué será de ti cuando yo ya no esté. ¿Quien te ayudará? Esto me martiriza día a día, no sé como cambiar tu suerte. Si cambiaras, si pensaras y razonaras, si dejaras tus adicciones, si dieras un vuelco a tu existencia, todo sería mejor. La mente es más fuerte. ¡Querer es poder!
Ojalá ocurriera un milagro para morir en paz y tranquilo, sin la angustia que me acompaña cada día de mi vida. Espero verte antes de las fiestas, para conversar contigo, comer algo y entregarte unas cosas que se que te hacen falta. Siempre habrá un regalo para ti.
Se que no tendrás acceso a leer esto, pero debes tener en claro que: ¡Te quiero!
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