Acariciando los años,
en estos atardeceres
de soledad y placeres
de entornos aledaños.
Recuerdo aquellos
días de infancia inocente,
en casa quinta poniente
llena de árboles bellos.
Comidas de la abuela
materna, mano tierna
para una caricia buena
y para dar candela.
Ya nada de eso existe,
las personas no están,
quizás donde morarán,
es mi soledad silente.
La vida es un breve pasatiempo,
que no terminamos de entender.
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