Luz de noches antiguas,
cuando escuchábamos
viejas historias del abuelo
que a uno lo hacían soñar.
Tiempos muy presentes
en nuestra memoria,
viejos cuentos y leyendas
grabadas en nuestra alma.
Luz que iluminaba
a medias la habitación
en noches de invierno,
al calor de un brasero.
Un trozo de queso,
que el abuelo repartía
mientras un vino bebía,
y seguía con su cuento.
Noches bajo la luz
inquieta de una lámpara.
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