sábado, 29 de junio de 2019

JOHANNES KEPLER


Johannes Kepler nace en Weil der Stadt, Alemania el 27 de diciembre de 1571, fallece en Ratisbona el 15 de noviembre de 1630. Se crió en el seno de una familia protestante luterana. Astrónomo y matemático alemán, figura clave en la revolución científica, conocido por sus leyes sobre el movimiento de los planetas en su órbita alrededor del Sol. Fue colaborador de Tycho Brahe, a quien sustituyó como matemático imperial de Rodolfo II

Kepler vivió en Leonberg, en 1577 entró en la Escuela Latina. Sus padres le despertaron su amor por la astronomía. A los cinco años observó el cometa de 1577, a los nueve años su padre le mostró el eclipse de luna del 31 de enero de 1580. En 1584 entró en el Seminario protestante de Adelberg y dos años más tarde en el Seminario Superior de Maulbronn. Finalizó sus estudios y se matriculó en, 1589, en la Universidad de Tubinga. Comenzó a estudiar ética, dialéctica, retórica, griego, hebreo, astronomía y física, y más tarde teología y ciencias humanas, Su profesor de matemáticas Michael Maestlin, le enseñó el sistema heliocéntrico de Copérnico que se reservaba a los mejores estudiantes.

Mientras Kepler planeaba hacerse pastor luterano, la escuela protestante de Graz buscaba un profesor de matemáticas. Abandonó los estudios de teología para tomar el puesto y dejó Tubinga en 1594. En Graz publicó almanaques con predicciones astrológicas que él escribía, aunque negaba algunos de sus preceptos. En la época, la distinción entre ciencia  y creencia todavía no estaba claramente establecida, y el movimiento de los astros, todavía bastante desconocido, se consideraba gobernado por leyes divinas. 

En 1596 escribió un libro en el que exponía sus ideas, Mysterium Cosmographicum (El misterio cósmico). Siendo un hombre de gran vocación religiosa, veía en su modelo cosmológico una celebración de la existencia, elegancia y sabiduría de Dios. En 1600, acepta la propuesta de colaboración del astrónomo Tycho Brahe, que a la sazón había instalado el mejor centro de observación astronómica de la época. Pero la relación entre ambos fue compleja y marcada por la desconfianza. Hasta 1602, a la muerte de Brahe, Kepler no tuvo acceso a todos los datos recopilados por Tycho, mucho más precisos que los manejados por Copérnico. A la vista de los datos, especialmente a los relativos al movimiento retrógrado de Marte se dio cuenta de que el movimiento de los planetas no podía ser explicado por su modelo de poliedros perfectos y armonía de esferas.

Kepler profundamente religioso, incapaz de aceptar que Dios no hubiera dispuesto que los planetas describieran figuras geométricas simples, se dedicó a probar con toda suerte de combinaciones de círculos. Cuando se convenció de la imposibilidad de lograrlo con círculos, usó óvalos. Al fracasar con ellos, empleó elipses. Con ellas desentrañó sus famosas tres leyes (publicadas en 1609 en su obra Astronomía Nova) que describen el movimiento de los planetas. Leyes que asombraron al mundo, le revelaron como el mejor astrónomo de su época, aunque él no dejó de vivir como un cierto fracaso de su primigenia intuición de simplicidad (¿Por qué elipses habiendo círculos?).

Sin embargo, tres siglos más tarde, su intuición se vio confirmada cuando Einstein mostró en su Teoría de la Relatividad general que en la geografía tetradimensional del espacio-tiempo los cuerpos celestes siguen líneas rectas. Y es que aún había una figura más simple que el círculo: la recta. 

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