José María Velasco y Gómez-Obregón nació en Tamascalcingo, México en 1840, muere en 1912. Pintor mexicano, el máximo exponente del paisajismo decimonónico. Mientras sus contemporáneos se inspiraban en tópicos religiosos, mitológicos o costumbristas, él hizo de la geografía mexicana, con marcado acento románticos en sus últimos años, el símbolo de la identidad nacional. Después de cursar unos primeros estudios en la escuelas del Cuadrante de Santa Catarina y Lancasteriana del Salto del Agua y pasar por el Colegio de San Miguel, ingresó en la Academia de Bellas Artes de San Carlos, gracias a una beca.
Catedral de Oaxaca
Dibujante excepcional, con una técnica depurada, un trazo muy preciso y un refinado colorido, todas sus virtudes artísticas florecen en las monumentales visiones del Valle de México, donde plasmó de modo naturalista y a la vez poética la grandeza del Altiplano. Fue profesor de numerosos artistas y el espejo en el que se fijaron, en sus primeros años, los muralistas José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, que luego desearían romper vehementemente con él, para adoptar una pintura puesta por completo al servicio de la Revolución.
A los dieciocho años, con un magnífico historial académico, fue nombrado profesor de perspectiva en la Escuela Nacional de Bellas Artes, aunque su carrera docente no finalizó aquí, cuatro años después, obtuvo la titularidad de la plaza de profesor de paisaje en la misma escuela. En 1880, buscó trabajo como dibujante en el Museo Nacional, entre 1882 y 1904, probó fortuna en la novedad que había aparecido en el mercado: la fotografía primigenia. Fue uno de los artistas mexicanos más laureados de su época. En 1874 y 1876, recibió medalla en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes; En 1876, medalla en la Exposición Internacional de Filadelfia; en 1878, su primer premio de la Academia Nacional de México; en 1889, la medalla de la Exposición Universal de París; en 1893, en Madrid, la medalla de oro del Centenario de Colón y en 1900, la medalla de la Exposición de Bellas Artes de Puebla.
Las obras de José María Velasco, tienen un objetivismo pictórico cargado de expresividad y grandeza.
Dibujante excepcional, con una técnica depurada, un trazo muy preciso y un refinado colorido, todas sus virtudes artísticas florecen en las monumentales visiones del Valle de México, donde plasmó de modo naturalista y a la vez poética la grandeza del Altiplano. Fue profesor de numerosos artistas y el espejo en el que se fijaron, en sus primeros años, los muralistas José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, que luego desearían romper vehementemente con él, para adoptar una pintura puesta por completo al servicio de la Revolución.
A los dieciocho años, con un magnífico historial académico, fue nombrado profesor de perspectiva en la Escuela Nacional de Bellas Artes, aunque su carrera docente no finalizó aquí, cuatro años después, obtuvo la titularidad de la plaza de profesor de paisaje en la misma escuela. En 1880, buscó trabajo como dibujante en el Museo Nacional, entre 1882 y 1904, probó fortuna en la novedad que había aparecido en el mercado: la fotografía primigenia. Fue uno de los artistas mexicanos más laureados de su época. En 1874 y 1876, recibió medalla en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes; En 1876, medalla en la Exposición Internacional de Filadelfia; en 1878, su primer premio de la Academia Nacional de México; en 1889, la medalla de la Exposición Universal de París; en 1893, en Madrid, la medalla de oro del Centenario de Colón y en 1900, la medalla de la Exposición de Bellas Artes de Puebla.
Las obras de José María Velasco, tienen un objetivismo pictórico cargado de expresividad y grandeza.
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