Píndaro se cree que nació en Cinoscéfalas, Beocia alrededor del 518 a.C. y murió en Argos en el 438 a.C. Es uno de los más célebres poetas líricos de la Grecia clásica, según la tradición, pertenecía a una familia aristocrática. Se tiene pocas noticias fiables sobre su biografía, de hecho, en la quinta de las Piticas él mismo parece afirmar que procede del linaje de los egeidas, por lo que a menudo manifestará en sus obras una especial simpatía por la instituciones dorias.
Su infancia y primera juventud la pasa en Tebas y en Atenas, donde fue discípulo de Agatocles (militar y político griego, tirano de Siracusa). Muy joven, participa en un certamen de poesía en la que es vencido por la poetisa Corina de Tanagra, ella le aconsejó "sembrar a manos llenas y no a sacos llenos". La primera oda pindárica es la Xa Pitica y fue compuesta cuando el autor tenía 20 años de edad. Pronto se convierte en un renombrado poeta. Como tal, recorre las principales cortes aristocráticas de Grecia: Cirene, Siracusa, etc. Ante la invasión de los persas, adoptó una actitud de transigencia con el enemigo, que era la interesada política de su patria tebana.
En esta cuestión, Píndaro chocó con el poeta Baquílides que tenía un punto de vista panhelénico y propugnaba la resistencia enconada ante los persas, que ve como una amenaza sobre el conjunto de toda la Hélade.
La obra de Píndaro que se conoce se ha conservado en papiros de entre el siglo II a.C. hasta el siglo II d.C. y en algunos escritos medievales que proceden de una selección efectuada en el siglo III. En total han llegado hasta nosotros cuatro libros de epinicios (textos) que suman 45 obras y algunos fragmentos sueltos. Los epinicios son cantos corales compuestos en honor de los vencedores en alguno de los cuatro certámenes deportivos de los Juegos Panhelénicos.
Píndaro exalta a u ganador de los Juegos Olímpicos
Las composiciones de Píndaro suelen utilizar la victoria deportiva como simple punto de partida para loar el valor personal del atleta: su triunfo refleja la victoria de lo Bello y lo Bueno sobre la mediocridad. Además de Epinicios, Píndaro compuso himnos, peanes (canto dirigido a Apolo), partenios, cantos al vino, a trenos, etc.
Su estilo es peculiar y difícil. Se caracteriza por proceder con la materia poética a saltos, estableciendo asociaciones bruscas e imprevistas entre diferentes elementos. El lenguaje, muy elevado, procede de una mezcla artificiosa de diferentes dialectos y se satura de elementos retóricos, en especial de imágenes. La dificultad de la obra pindárica es paradigmática. Si resulta ya oscura para sus coetáneos, con posterioridad autores que van de Herodoto a Voltaire hablan de lo ininteligible de su poesía. Sin embargo Goethe y Hölderlin lo erigieron como símbolo de la libertad del genio creador.
En esta cuestión, Píndaro chocó con el poeta Baquílides que tenía un punto de vista panhelénico y propugnaba la resistencia enconada ante los persas, que ve como una amenaza sobre el conjunto de toda la Hélade.
La obra de Píndaro que se conoce se ha conservado en papiros de entre el siglo II a.C. hasta el siglo II d.C. y en algunos escritos medievales que proceden de una selección efectuada en el siglo III. En total han llegado hasta nosotros cuatro libros de epinicios (textos) que suman 45 obras y algunos fragmentos sueltos. Los epinicios son cantos corales compuestos en honor de los vencedores en alguno de los cuatro certámenes deportivos de los Juegos Panhelénicos.
Píndaro exalta a u ganador de los Juegos Olímpicos
Las composiciones de Píndaro suelen utilizar la victoria deportiva como simple punto de partida para loar el valor personal del atleta: su triunfo refleja la victoria de lo Bello y lo Bueno sobre la mediocridad. Además de Epinicios, Píndaro compuso himnos, peanes (canto dirigido a Apolo), partenios, cantos al vino, a trenos, etc.
Su estilo es peculiar y difícil. Se caracteriza por proceder con la materia poética a saltos, estableciendo asociaciones bruscas e imprevistas entre diferentes elementos. El lenguaje, muy elevado, procede de una mezcla artificiosa de diferentes dialectos y se satura de elementos retóricos, en especial de imágenes. La dificultad de la obra pindárica es paradigmática. Si resulta ya oscura para sus coetáneos, con posterioridad autores que van de Herodoto a Voltaire hablan de lo ininteligible de su poesía. Sin embargo Goethe y Hölderlin lo erigieron como símbolo de la libertad del genio creador.
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