lunes, 30 de septiembre de 2019

LA INTERVENCIÓN ROMANA EN ESPAÑA

                                                Teatro romano de Mérida


La intervención romana se produjo en la segunda guerra púnica, 218 a.C., que inició una paulatina conquista romana de Hispania, no completada hasta casi doscientos años más tarde. La derrota cartaginesa permitió una relativamente rápida incorporación de las zonas este y sur, que eran las más ricas y con un nivel de desarrollo económico, social y cultural más compatible  con la propia civilización romana.

 Mucho más dificultoso se demostró el sometimiento de los pueblos de la Meseta, más pobres, guerras lusitanas y guerras celtíberas, que exigió enfrentarse a planteamientos bélicos totalmente diferentes a la guerra clásica: la guerrilla liderada por Viriato, asesinado el 139 a.C., y resistencias extremas como la de Numancia, vencida el 133 a.C. En el siglo siguiente, las provincias romanas de Hispania, convertidas en fuente de enriquecimiento de funcionarios y comerciantes romanos y de materias primas y mercenarios, estuvieron entre los principales escenarios de las guerras civiles romanas, con la presencia de Sertorio, Pompeyo y Julio César.

                                              Teatros romanos en España

 La pacificación, pax romana, fue el propósito declarado de Augusto, que pretendió dejarla definitivamente asentada con el sometimiento de cántabros y astures, 29-19 a.C., aunque no se produjo su efectiva romanización. En el resto del territorio, la romanización de Hispania fue tan profunda como para que algunas familias hispanorromanas alcanzaran la dignidad imperial: Trajano, Adriano y Teodosio y hubiera hispanos entre los más importantes intelectuales romanos, el filósofo Lucio Anneo Séneca, los poetas Lucano, Quintiliano o Marcial, el geógrafo Pomponio Mela o el agrónomo Columela.

Si bien, como escribió Tito Livio en tiempos de Augusto, "aunque fue la primera provincia importante invadida por los romanos fue la última en ser dominada completamente y ha resistido hasta nuestra época", atribuyéndolo a la naturaleza del territorio y al carácter reclacitrante de sus habitantes. La asimilación del modo de vida romano, larga y costosa, ofreció una gran diversidad desde las grados avanzados en la Bética a la incompleta y superficial romanización del norte peninsular.

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