Se denomina Escuela cínica a la que fue fundada en la Antigua Grecia durante la segunda mitad del siglo IV a.C. El griego Antístenes fue su fundador y Diógenes de Sinope uno de sus filósofos más reconocidos y representativos de su época. Reinterpretaron la doctrina socrática considerando que la civilización y su forma de vida era un mal y que la felicidad venía dada siguiendo una vida simple y acorde con la naturaleza. El hombre llevaba en sí mismo ya los elementos para ser feliz y conquistar su autonomía era de hecho el verdadero bien. De ahí el desprecio a las riquezas y a cualquier forma de preocupación material. El hombre con menos necesidades era el más libre y el más feliz. Figuran en esta escuela, además de los ya citados, Crates de Tebas, discípulos de Diógenes, Hiparquía, una de las primeras filósofas, y Menipo de Gadara.
Antístenes
Los cínicos fueron famosos por sus excentricidades, de las cuales cuenta muchas Diógenes Laercio, y por la composición de numerosas sátiras o diatribas contra la corrupción de las costumbres y los vicios de la sociedad griega de su tiempo, practicando una actitud muchas veces irreverente, la llamada anaideia. Ciertos aspectos de la moral cínica influyeron en el estoicismo, pero, si bien la actitud de los cínicos es crítica respecto de los males de la sociedad, la de los estoicos es de acción mediante la virtud.
El cinismo no fue una escuela a pesar de este título. Una escuela filosófica era un establecimiento en el cual se impartía una doctrina o inspiración intelectual mantenida por un grupo de personas dirigidas por un superior. Antístenes fue uno de sus fundadores y las reuniones las realizaba en un gimnasio que frecuentaban. Ellos estaban en contra de la escuela, repudiaban las ciencias, las normas y convenciones, en especial Antístenes.
Con el tiempo, el concepto cinismo fue mutando, y hoy se asocia a la tendencia de no creer en la sinceridad o bondad humana, ni en sus motivaciones, ni en sus acciones, así como una tendencia a expresar esta actitud mediante la ironía, el sarcasmo y la burla. Casi 2000 años después que ciertos filósofos griegos hubieran abrazado el cinismo clásico, en el siglo XVII y XVIII escritores como Shakespeare, Swift, Voltaire y, siguiendo las tradiciones de Geoffrey Chaucer y Francois Rabelais, utilizan la ironía, el sarcasmo y la sátira para ridiculizar la conducta humana y reactivar el cinismo. En el aspecto literario, figuras del siglo XIX y XX como Oscar Wilde, Mark Twain y Dorothy Parker utilizaron el cinismo como forma de comunicar sus opiniones bajo algunas manifestaciones de la naturaleza humana.
En 1930, Bertrand Russell en el ensayo sobre el cinismo juvenil pudo describir la medida en que, a su modo de ver, el cinismo había penetrado en la conciencias occidentales en masa, y puso especial acento en las áreas parcialmente influidas por el cinismo: la religión, la patria, el progreso, la belleza y la verdad.
Los cínicos fueron famosos por sus excentricidades, de las cuales cuenta muchas Diógenes Laercio, y por la composición de numerosas sátiras o diatribas contra la corrupción de las costumbres y los vicios de la sociedad griega de su tiempo, practicando una actitud muchas veces irreverente, la llamada anaideia. Ciertos aspectos de la moral cínica influyeron en el estoicismo, pero, si bien la actitud de los cínicos es crítica respecto de los males de la sociedad, la de los estoicos es de acción mediante la virtud.
El cinismo no fue una escuela a pesar de este título. Una escuela filosófica era un establecimiento en el cual se impartía una doctrina o inspiración intelectual mantenida por un grupo de personas dirigidas por un superior. Antístenes fue uno de sus fundadores y las reuniones las realizaba en un gimnasio que frecuentaban. Ellos estaban en contra de la escuela, repudiaban las ciencias, las normas y convenciones, en especial Antístenes.
Con el tiempo, el concepto cinismo fue mutando, y hoy se asocia a la tendencia de no creer en la sinceridad o bondad humana, ni en sus motivaciones, ni en sus acciones, así como una tendencia a expresar esta actitud mediante la ironía, el sarcasmo y la burla. Casi 2000 años después que ciertos filósofos griegos hubieran abrazado el cinismo clásico, en el siglo XVII y XVIII escritores como Shakespeare, Swift, Voltaire y, siguiendo las tradiciones de Geoffrey Chaucer y Francois Rabelais, utilizan la ironía, el sarcasmo y la sátira para ridiculizar la conducta humana y reactivar el cinismo. En el aspecto literario, figuras del siglo XIX y XX como Oscar Wilde, Mark Twain y Dorothy Parker utilizaron el cinismo como forma de comunicar sus opiniones bajo algunas manifestaciones de la naturaleza humana.
En 1930, Bertrand Russell en el ensayo sobre el cinismo juvenil pudo describir la medida en que, a su modo de ver, el cinismo había penetrado en la conciencias occidentales en masa, y puso especial acento en las áreas parcialmente influidas por el cinismo: la religión, la patria, el progreso, la belleza y la verdad.
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