miércoles, 6 de noviembre de 2019

INDIGENCIA ESPIRITUAL


Nuestra sociedad vive inserta en una oscuridad espiritual, ha perdido el sentido de la virtud, el hombre se ha transformado en un ser individualista, capturado por el consumismo y por un afán de trepar lo más arriba posible, para tratar de parecerse a una clase aristocrática y económicamente pudiente. Ha perdido su norte, su identidad de pueblo, no conoce su cultura ni su historia.

El consumo y la tecnología le raptó la razón, lo transformó en un ente sin identidad. Fue atrapado por esa masa, tsunami consumista, por la farándula y por los matinales de la TV que nada aportan, porque no entregan conocimiento ni cultura. Abandonó sus orígenes, dejó de lado la lectura, y el gusto por la naturaleza, siguió el camino equivocado pues no todo lo que brilla es oro.

Hoy, la clase media baja emergente y el pueblo pobretón, tienden sus manos solicitando justicia social. Sus bajos salarios les hace vivir endeudados, a través del crédito, para poder llegar a fin de mes. La rapiña empresarial paga sueldos miserables, más de un 50 % de trabajadores gana menos de $ 400.000, tiene mala atención de salud porque la que hay es insuficiente y medicamentos tienen precios de usura.


Por esta razón, la gente se ha volcado a las calles, en masivas marchas pacíficas, que se ven empañadas por la violencia de hordas de desadaptados, delincuentes sin Dios ni ley, y por la brutal represión de carabineros, con heridos, muertos y detenidos, generalmente personas que marchaban en familia, porque a la lacra delincuencial carabineros les tiene miedo. No vemos que detengan, ni baleen a saqueadores e incendiarios.

La solución no viene de las cúpulas gobernantes, viene de la base popular, del hombre anónimo. La sociedad no las impulsan las élites y que es muy importante la élite que tengamos, la sociedad la impulsa el pueblo y la madurez que este tenga. Hay una ceguera espiritual, mejor dicho es una indigencia espiritual que impide a los gobernantes ver y asumir la realidad. Desconoce las necesidades de la gente, porque no tiene calle ni dialoga con las personas de a pie.

La política neoliberal y el consumismo se pensó que era un bien, pero hemos llegado a una desmesura tan grande, que lo que se pensó que era un bien para el hombre hoy está destruyendo la vida. La gente tiene que pensar, viajar a su interior y conocer su alma, porque si no se conoce a sí mismo, se está asesinando a sí mismo. El mundo material está muy distanciado del mundo espiritual, hay que buscar el equilibrio con humanidad y solidaridad, que no tenemos en Chile. Hoy no hay líderes ni maestros, es el pueblo mismo el que se rebela y se levanta y se da cuenta cómo tiene que cambiar las cosas para vivir y salvarse del horror que estamos viviendo.

Lamentablemente hoy no tenemos felicidad, el mundo moderno ha destruido la benevolencia, la felicidad, la sabiduría y la solidaridad de los gobernantes para sus gobernados. Ojalá pronto se imponga el imperio de la cordura y la verdad y dejemos atrás este sistema decadente que va en retirada, ahora le toca al pueblo, que está descubriendo la sabiduría por si mismo.

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