Salgamos a caminar
para conocer nuestro pueblo,
saber de sus angustias,
del pan de su cada día.
Vayamos a conocer
de sus dolores y penas
que lleva en el alma, vida
de trabajo precario y abusado.
Caminemos junto a él
para que nos cuente de su
existencia, de sus demandas
inmediatas para subsistir.
Conozcamos el por qué marcha
estos días, arriesgando su vida
de la insólita y violenta represión
de parte de quienes deben velar
por la seguridad del pueblo.
Dialoguemos con la clase media baja
que vive en la periferia de la urbe,
separados y discriminados por
sectores acomodados, que viven
en el limbo de la intolerancia.
Unamos nuestros corazones
y fuerza con los desplazados,
luchemos contra la autoridad
ciega y sorda, que no entiende
lo que sufre y vive la gente.
Salgamos a marchar sin miedo,
con la frente en alto y gritando
libertad, justicia social, pidiendo
lo que en justicia nos corresponde,
para que se abran las grandes alamedas.
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