martes, 21 de enero de 2020

LA FE


La fe, del latín fides, es la seguridad o confianza en una persona, cosa, deidad, opinión, doctrinas o enseñanzas de una religión, y, como tal, se manifiesta por encima de la necesidad de poseer evidencias que demuestren la verdad. También puede definirse como la creencia que no está sustentada en pruebas, además de la seguridad, producto en algún grado de la promesa.

La "fe religiosa" tiene una serie de puntos comunes en casi todas las religiones existentes, y también desencuentros. La fe se define como un conjunto de creencias de una religión, conjunto de creencias de alguien, de un grupo o de una multitud de personas, creencia que se da a algo por la autoridad de quien lo dice o por la fama político-religiosa de una persona pública.

La fe en el cristianismo es una virtud teologal y se basa en la obra y enseñanza de Jesús de Nazaret. El cristianismo declara no caracterizarse por la fe, sino por el objetivo de la fe. En lugar de ser pasiva, la fe conduce una vida activa alineada con los ideales y ejemplo de vida de Jesús. La actitud de la voluntad en la fe la describe San Agustín de la siguiente forma: "credere non potest nisi volens" ("no se puede creer si no se quiere").

Para el bahaísmo, la fe es la máxima aceptación de la autoridad divina de las Manifestaciones de Dios. La fe y el conocimiento son igualmente necesarios para el crecimiento espiritual. Esta no solo supone la obediencia externa de esta autoridad, sino que también una comprensión profunda y personal de las enseñanzas religiosas.

En el budismo, la fe es un componente importante de las enseñanzas de Gautama Buda, tanto en las tradiciones del Therevâda Mahâyâna. Sus palabras se registraron originalmente en el lenguaje pali y la palabra saddhâ se traduce generalmente como fe. En sus enseñanzas,  el saddhâ se describe como: Una convicción que algo es; Una determinación de lograr las metas personales; Una sensación de dicha, producto de los dos anterior.

Es la inteligencia la que tiene la facultad de aceptar o no aceptar una proposición. Pero en el caso de la verdad divina, esta no es evidente por sí misma y por lo mismo, el intelecto no puede aceptarla de una manera espontánea. Pero el hecho de que una proposición no sea evidente por sí misma, no significa que evidentemente sea falsa.

Tanto la fe como la filosofía tienen lugar en el intelecto. Pero mientras la filosofía se produce en el intelecto de una manera natural y humana porque su objeto son las cosas alcanzables a la capacidad de nuestro intelecto, la fe necesita la ayuda que Dios revele esas verdades inalcanzables por la razón y que mueva por medio de la Gracia a la voluntad para que determine a la inteligencia a creer.

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