La sociedad está involucionando, hay crisis cerebral de pensamiento aguda. No hay objetividad, solo criticamos -con o sin razón- con grandes cuotas de rabia y resentimiento ante los abusos, colusiones, corrupciones de todo tipo y orden, que son transversales, pero seguimos sometidos.
Nacen posturas extremas, anarquistas, populistas que nada bueno auguran. Las crisis despiertan la furia de la gente, protestas y vandalismo. La ocasión para que surjan adalides sabelotodo, que dicen tener la varita mágica para solucionar de raíz todos los males. Creando falsas y vacías esperanzas. En Chile trabajamos y luchamos a 'brazo partido' pero los bienes nos cuestan 'un ojo de la cara'.
Unos pocos lucran con la precariedad de la mayoría. La sinvergüenzura, de moros y cristianos está institucionalizada. Un país donde todo es fraudulento, donde nada funciona bien, todo es 'a la medida de lo posible'. Si pretenden buscar soluciones se constituyen mesas de diálogo, que son inconducentes ni solucionan nada. ¡Un país a medias!
Hacen falta lideres rectos. Humanistas, que conduzcan con sabiduría y eficacia la gestión del estado y la marcha del país. Sin los manoseados cuoteos políticos, terminando con los 'favores' de trasnochados y 'espúreos' acuerdos. La gente está cansada, no ve soluciones, la alegría y el éxito no se ven por ninguna parte.
Ojalá retorne el sentido común y la sensatez a nuestra sociedad, que ésta PIENSE -con mayúsculas- a fin de dar un mejor rumbo a esta larga nave del Pacífico.