La vida es una novela que tiene prólogo y epílogo. Es historia, geografía de caminos por donde anduve rumbeando mi suerte en la década del 70: Tacna, Ilo, Moquegua, Arequipa, Lima, Perú; La Habana, Cuba; Montreal, Canadá; Praga, cuando aún era Checoeslovaquia; Bucarest, Rumanía; Belgrado, cuando aún era Yugoeslavia; Venecia, Milán, Italia; Ginebra, Suiza; Barcelona, Gerona, Lérida, Tarragona, Madrid, Toledo, España; cuando tuve que salir del terruño patrio, octubre de 1973, en busca de nuevos aires de libertad.
Nací en Santiago en los años 1940s, en un hogar de clase media, hijo de padres que nos inculcaron normas, respeto por los demás y nos educaron en un buen colegio. Una madre hermosa, que gustaba de la música clásica, un padre empleado de comercio y buen proveedor. Era época de boleros, tangos y valses, era lo que se escuchaba en Radios AM. Se bailaba también, en las fiestas, la rumba y la samba, que venía en esos discos 78, de acetato, que se quebraban fácilmente.
En los años 1950s, tiempos de cambios de ritmos musicales con la aparición del rock and roll, baile que aprendimos a bailar con Chuck Berry, Bill Halley, el Rey: Elvis Presley. El bolero estaba de moda, en la voz de un chileno: Lucho Gatica, fallecido recientemente; que en 1952 parte a México donde triunfa y se da a conocer en el mundo entero. Nos llegaba la música de Estados Unidos, con grandes interpretes como: Tony Bennett, Dean Martin, Frank Sinatra, Andy Williams.
Bailábamos con Los Cuatro Ases, The Platters, Everly Brothers y los nuevos rostros: Neil Sedaka, Paul Anka, Alan Barriere, Charles Aznavour, Gilbert Becaud, Salvatore Adamo, Adriano Celentano, Nico Fidenco, Tom Jones, Matt Monroe, Cliff Richard, entre tantos y muy buenos artistas foráneos. Emergía la Nueva Hola chilena. Tiempos que no volverán, que están en la memoria y recuerdos del pasado. He sido muy aficionado a la música docta y al buen cine clásico, de grandes producciones y excelentes películas: Francesas, Inglesas, Italianas y estadounidenses.
Además tenía bastante interés y pasión por los libros, pues de niño me incentivaron leer, mi primeras lecturas: Papelucho y El Principito. Después vinieron las novelas de aventuras de Blest Gana, Edmundo De Amicis, Emilio Salgari, Mark Twain, Robert Louis Stevenson, Zane Grey y así vino después la inquietud por conocer otros temas: Filosofía, historia, poesía de extraordinarios autores literarios chilenos y extranjeros.
Vida que vuela como las golondrinas, de "ires y venires" de un lugar a otro, ya sea por "pata de perro" o por razones laborales. Conocí muchos lugares de nuestro país, desde Arica al sur. Mi primer viaje al extranjero, a los 21 años, fue a Mendoza y Córdoba, Carlos Paz, (Festival de Cosquín, donde conocí a Jorge Cafrune), Argentina. Viaje a dedo, que era común en esos tiempos, una manera de desplazarse a bajo costo. Mis primeras aventuras, ganando conocimiento y cultura.
Después de algunos romances (pecados y secretos), llega el amor en 1970. El matrimonio (49 años ya), los hijos, verlos crecer, madurar, ellos nos regalan los nietos nuestra continuación de vida. Hubo tiempos de dulce y agraz, vivir no siempre es "color de rosa", la vida nos pone pruebas difíciles de sortear, me he caído varias veces pero me he vuelto a parar, hay que tener fuerza e ingenio para salir adelante.
Así he llegado a los 76 años, con una pensión miserable, aún trabajando y con varios problemas de salud que complican la vida. Pero luchando, porque hay que subsistir y ayudar a la familia.
"Confieso que he vivido con decoro, en familia y preocupándome de investigar, leer y escribir de todo lo que he aprendido y conocido: Experiencia, Literatura, Música, Pintura y Viajes. Porque la cultura y el saber han sido importantes para mi"